Fuente: El Universo
Mónica Almeida 6 de octubre, 2020 – 08h07
Llegaron como una poderosa cuadrilla de largos troncos de acero acechando los límites de las zonas exclusivas de Galápagos y del continente. Se ubicaron en las aguas internacionales intermedias y pescaron durante varias semanas, al borde de lo permitido, hasta que poco a poco se alejaron del radar. Son parte de la flota china oceánica que recorre el mundo capturando los recursos que en sus mares ya son escasos.
Su presencia desnudó un problema complejo: una actividad poco regulada, controles insuficientes y un marco legal anticuado. El telón de fondo es la escasez de la pesca.
Se sabe que arribaron en junio y que muchos pescan calamar gigante, se los llama poteros. Sin embargo es muy difícil distinguir lo que sucede dentro de esa gran masa que supera las 300 naves de más de 55 metros de largo cada una, ni siquiera se conoce su número exacto. “El año pasado estuvieron en la costa norte del Perú, tendrían que haber estado en sur de Ecuador, pero esta vez se acercaron demasiado al santuario de las Islas Galápagos”, aseguró Alfonso Miranda, presidente del gremio Calamasur, del que Ecuador es parte. Miranda considera a la flota china de ultramar como los “alumnos malos permanentes” de las organizaciones internacionales de regulación de pesca.
La Reserva Marina de Galápagos (RMG) se ha convertido en un gran semillero de especies, pero los animales cruzan fronteras y en cuanto se alejan del santuario se vuelven presa fácil, cada vez hay más barcos para capturarlos, explicó el biólogo Alex Hearn, profesor del Colegio de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad San Francisco de Quito.
Diario EL UNIVERSO y el portal Mongabay Latam identificaron al menos 140 embarcaciones y las compañías a las que pertenecen, una de ellas cotiza en la Bolsa de Nueva York, y otras que han violado normas de pesca en Argentina. Este reportaje forma parte del especial Pesca Ilegal: La gran amenaza a los santuarios marinos de Latinoamérica, en el que además participan los portales Ciper (Chile ) y Cuestión Pública (Colombia).
Las empresas
“Galápagos es un ‘gran exportador’ de pelágicos grandes de importancia comercial y de megafauna marina”, aseguró Pablo Guerrero, director de conservación marina del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Sin embargo existen algunas especies amenazadas por la presión pesquera. El caso crítico es el tiburón martillo. El 1 de junio pasado, se anunció la prohibición de comercializarlo. “Es un paso adelante porque ahora los pescadores no van a tener ningún incentivo para desembarcarlo», dijo Hearn. Los operadores turísticos señalan que un espécimen muerto cuesta $200 pero la tarifa de una semana de buceo para verlos en su hábitat es de $7 mil por persona, fuera de gastos de viaje. Su desaparición sería una tragedia biológica y económica.
La “exportación” de Galápagos es tan abundante que en los mapas satelitales se aprecia cómo los pesqueros industriales, entre ellos las embarcaciones chinas, se instalan como una muralla bordeando los límites de la zona económica exclusiva insular para alzarse con las capturas.
La magnitud de la flota china y su cercanía a Galápagos prendieron todas las alertas mundiales. La flota potera recorre el Atlántico sur y luego sube por Chile, Perú y el sur de Ecuador, son viajes de muchos meses. A mediados de agosto, la Armada ecuatoriana anunció que la escuadrilla constaba de unas 325 unidades. “En este periodo 149 buques han apagado su sistema satelital, eso también se encuentra registrado… incluso algunos buques han cambiado de identificación», dijo el comandante de la Marina, Darwin Jarrín.
EL UNIVERSO pudo confirmar con el Comando de Operaciones Insular (Galápagos) los nombres de al menos 139 barcos que componen la escuadra, más de una tercera parte. Se partió de una lista proporcionada por el especialista en conservación marina argentino Milko Schvartzman con 280 barcos. De acuerdo con el Comando de Operaciones, el resto de las 141 embarcaciones no aparecía en su sistema o navegaba por otro lugar.
Todos tienen bandera china, están registrados en la Organización Regional de Ordenación Pesquera (OROP) del Pacífico Sur (SPRFMO que regula la captura del jurel y del calamar gigante). De acuerdo con la información de la Organización Marítima Internacional (OMI), las naves pertenecen a 34 empresas, la mayoría con sede en Zhoushan, en la provincia de Zheijang, en el Mar de China Oriental. Muchas de estas compañías incluyen en su nombre la ciudad o provincia donde están inscritas.
Diez de estas empresas operan 95 de los 139 barcos identificados en la escuadrilla y algunas operan también más naves registradas en otras OROPs. En general, las compañías los inscriben con un nombre genérico seguido de una cifra.
Así, Fujian Pingtan County Ocean, con sede en la provincia de Fujian, es propietaria de 21 barcos identificados cerca de Galápagos, casi todos construidos en 2019 y cuyo costo puede llegar a los $4 millones por nave si está muy bien equipada. Sus buques llevan por nombre «Fu Yuan Yu» y una secuencia numérica: Fu Yuan Yu 7602 o Fu Yuan Yu 7890. En la OMI registra 77 unidades en total. Esta firma funciona en la sede de Pingtan Marine Enterprise Ltd., una de las mayores empresas de servicios marinos que cotiza en la Bolsa de Nueva York. En su página web, la multinacional informó que sus ingresos en el primer semestre de 2020 fueron $40,8 millones y que su flotilla opera en India e Indonesia.
Le siguen las empresas Zhoushan Ningtai Ocean Fish con 18 buques identificados llamados Ning Tai; China Aquatic Products con los denominados Zhou Yu y la firma Zhoushan Jinhai Deep-Sea con los Jin Hai, con diez unidades cada una, y la compañía China Yantai Marine Fisheries con ocho.
A estos 139 se suma el carguero panameño Yong Xiang 9 que fue inscrito en la OROP del Pacífico Sur (Sprfmo) por Hong Kong Yong Xiang Shipping Limited (con sede en las instalaciones de East Maritime Services Co. Limited, en Hong Kong). La nave fue grabada en un video a principios de agosto en las aguas internacionales frente a Ecuador, pero según el portal Marine Traffic, la última vez que había actualizado su ubicación era en marzo y se encontraba frente a las costas de Japón.
Entre el grupo de empresas, pero solo con el barco Chang Shun No.1, está China Kingdom Shipping Ltd., que funciona en la sede de China National Fisheries Corp. (CNFC), controlada por China Agricultural Development Co., el gran conglomerado estatal. CNFC produce unas 100 mil toneladas al año y está presente en África a través de empresas mixtas. En marzo de 2016, la marina Argentina le hundió el potero Lu Yu Yuan 10, perteneciente a su filial Shandong Yantai Marine Fisheries Co., según el portal SeefoodSource.
En la escuadrilla navegan dos barcos que ya fueron señalados por la Marina Argentina y Revista Puerto de Argentina, por invadir la Zona Exclusiva de ese país en abril pasado, señaló Schvartzman, de la organización Círculo de Políticas Ambientales. Se trata del Run Da 613, de la compañía Zhoushan Run Da Ocean Fish, y el Hai Yang 2, de la empresa RongCheng Marine Fishery Co.
Schvartzman dirigió un programa sobre la incidencia de la flota china en el puerto de Montevideo. Muchos operadores utilizan esas instalaciones para reabastecimiento, como la empresa Qingdao Haoyang Ocean Fishery (los Lu Qing Yuan Yu). Algunos poteros atracan por razones humanitarias: desembarcar tripulantes enfermos o fallecidos. Desde 2019, algunos de estos barcos fueron el Dong Yu 1519, el Fu Yuan Yu 7614 y el Lu Qing Yuan Yu 276, que integran la flotilla que navegaba cerca de Galápagos.
Dos años antes, la firma propietaria de un barco chino fue denunciada en Uruguay por malos tratos a los tripulantes y en otra ocasión cuatro marineros de nacionalidad indonesia se escaparon de una nave porque no les habían pagado su salario durante seis meses. La Embajada de Indonesia tuvo que intervenir y repatriarlos. La Marina de Ecuador indicó que no tiene registros de arribos forzosos de estas naves a puertos ecuatorianos.
En la costa del Pacífico Sur, el principal punto de abastecimiento es Chimbote (al norte de Perú), donde hacen astillero alrededor de unos 300 barcos chinos cada año. Calamasur impulsa en Perú una regulación para que cuando se reciba a una nave se pueda analizar su sistema de rastreo satelital al menos seis meses antes de su llegada, una norma que ya tiene Chile. El objetivo es asegurarse de que los buques no hayan pescado en zonas prohibidas.
La postura de China
A fines de agosto, el embajador chino en Ecuador, Chen Guoyou, aseguró a la Asamblea Nacional en Quito que los barcos reportan cada hora su ubicación y que se le ha pedido «que no pueden entrar por ningún motivo a la zona económica exclusiva de las islas Galápagos».
El diplomático rechazó que los barcos de su país violen normas internacionales. «Sobre los recientes reportajes de los medios de comunicación privados, de que los barcos chinos han apagado su posicionamiento por satélite, podemos decir que según nuestro monitoreo, excepto unos retrasos o pérdida temporal de la señal, todos los barcos se mantienen operando y utilizando el sistema de seguimiento», insistió. Finalmente dijo que «no hemos encontrado ningún caso de que los barcos chinos hayan apagado su posicionamiento por satélite, como ha declarado el Gobierno ecuatoriano y el ministro de Defensa (Oswaldo Jarrín)».
Diario EL UNIVERSO pidió en dos ocasiones una entrevista con el embajador Chen Guonyou para hablar sobre el tema pero no la concedió.
Analistas dicen que China es un alumno dejado en las organizaciones regionales de regulación de la pesca
Varios directores de programas de conservación entrevistados por EL UNIVERSO coinciden en el poco control que ejerce el Gobierno chino sobre su flota oceánica y en su record de “malos alumnos” ante las organizaciones de regulación pesquera (OROPs). Una actuación negligente si se considera que China posee la flota más grande del mundo y es el primer exportador global de productos pesqueros.
En 2018 se alzó con el 15% de las capturas marinas del mundo y fue el primer exportador con 14% del total (seguido por Noruega con el 7%), según el informe de la Organización para la Alimentación y Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) de este año. El gigante asiático anunció en 2017 su compromiso de reducir su flota a solamente 3.000 barcos para el 2020, meta que aún no se ha evaluado.
Las razones enumeradas por los entrevistados son varias. Destacaron que no llevan observadores científicos independientes, que recolectan información sobre días de pesca, tipo de capturas, pesca incidental, desechos y transbordos, para enviar sus informes a las entidades intergubernamentales. En el caso de los poteros, la OROP del Pacífico Sur (Sprfmo) aprobó que a partir del 1 de enero de 2021 deberán llevar observadores en el 5% de las naves.
Las naves —dijeron— tampoco son controladas debidamente a su arribo, China no ha firmado el “Acuerdo sobre medidas del estado rector del puerto destinadas a prevenir y eliminar la pesca ilegal no declarada y no reglamentada”, de la FAO. El tratado es clave, explicó Jorge Guerrero, de la WWF, porque crea protocolos para tener una trazabilidad de las capturas: quién pescó qué y dónde. Además prohíbe el uso del puerto para transbordo de pesca.
El traspaso de pesca es lo que permite a la flota recorrer el mundo porque entrega su pesca en altamar a cargueros, que la llevan a puerto, mientras sigue navegando.
Otro problema es que apagan la localización satelital, como se probó con del carguero Fun Yuan Yu Leng 999, capturado en Galápagos en 2017, añadieron. En el caso de la flota que cercó Galápagos, algunos barcos no aparecen con su posición real en el portal Marine Traffic, no la han actualizado desde hace varias semanas. Sin embargo, el embajador chino aseguró que según su monitoreo no existe este problema.
En un reporte de China a la OROP del Pacífico Sur sobre capturas de calamar, de octubre de 2019, se incluyen los movimientos de los barcos entre 2016 y 2018. Siempre durante junio, julio y agosto navegaron entre Ecuador continental y Galápagos, y cercaron la zona exclusiva insular. En esa OROP, China tiene registradas 694 naves con un promedio de 59 metros de eslora.
El informe es una constatación de la escasez: aumentan los barcos pero cada vez capturan menos pesca por nave. El informe es una constatación de la escasez: aumentan los barcos pero cada vez capturan menos pesca por nave. Así, en 2014 con 264 barcos lograron alzarse con 325 mil toneladas de calamar gigante, dos años después con 276 barcos alcanzaron 223 mil y en 2018 con 435 naves capturaron 346 mil toneladas. La pesca promedio por barco en 2014 fue de 1231 toneladas y en 2018, 796 toneladas.
La otra OROP, es la Comisión Interamericana del Atún (CIAT), en la que los asiáticos impiden pasar regulaciones más exigentes para los barcos de palangre. En la CIAT, de la que Ecuador también es miembro, las decisiones se adoptan por consenso, es decir con el acuerdo de todos los miembros.
En la Comisión, los barcos cerqueros atuneros (que lanzan una gran red que luego se recoge con la ayuda de una grúa) tienen reglas más estrictas que los de palangre, que largan extensas líneas con otras verticales con anzuelos. Para los cerqueros de más de 373 toneladas está prohibido el transbordo en altamar y es obligatorio llevar observadores, mientras que para los de palangre no.
“Los países asiáticos siempre se han opuesto a llevar observadores independientes en su flota palangrera atunera”, comentó un funcionario de la CIAT que pidió la reserva. Estos países tienen el 74% de esa flota: China con 413 barcos, Corea 193, Japón 189 y Taiwán 134. Ecuador, en contraste, solo ha matriculado a 22 palangreros, ya que la mayoría de su escuadra es cerquera (112 naves).
Pablo Guerrero relató que desde hace cinco años los científicos de la CIAT piden que el porcentaje de observadores suba del 5% al 20%, pero la propuesta no tiene consenso. En 2019, el 25% de los buques ecuatorianos palangreros llevó observadores, mientras que para los chinos, ese porcentaje llegó a 0,07%.
El palangre tiene un alto índice de pesca incidental porque no solo los atunes quedan atrapadas en los anzuelos. La CIAT declaró como especies de vulnerabilidad máxima a la mantarraya gigante y a los tiburones zorro ojón, zorro pelágico, martillo y sedoso.
Los problemas de la flota no son ajenos al Gobierno de China. Si bien recibe subsidios estatales, su crecimiento exponencial genera conflictos. China anunció en junio pasado una veda para el calamar en el Pacífico al oeste de Galápagos, entre julio y septiembre, y en el Atlántico sur, entre septiembre y noviembre. De acuerdo con el portal Diálogo Chino, que publicó el mapa donde imperaba la veda, eso permitiría la reproducción del molusco. Para entonces, la cuadrilla de 300 barcos ya estaba subiendo hacia Ecuador y se quedó en aguas internacionales donde no se aplicaba la veda. «Lo ideal sería que China comparta sus estadísticas con la OROP del Pacífico Sur para que esta dicte las medidas de manejo para todos; las medidas de conservación no pueden declararse olímpicamente de forma unilateral», criticó Guerrero.
Más allá de cualquier rastreo satelital, los galapagueños constataron la llegada de la cuadrilla por la basura que comenzó a fluir desde fines de junio por el sur. Así como la corriente de Humboldt trae la vida, en los últimos años también nos trae mucha basura: botellas de plástico, zapatos, baldes y hasta redes de pesca, explicó Sofía Green, bióloga que trabaja en el archipiélago. “Las botellas son inconfundibles por los caracteres asiáticos y sabemos que vienen del sur, no llegan desde Asia”, acotó. Otro biólogo aseguró “hemos encontrado palangres y radio boyas con siglas chinas”.
A mediados de agosto se realizaron protestas en las islas y se colgaron decenas de botellas plásticas como una exhibición vergonzosa del daño provocado. ¡Buques de muerte! y ¡SOS Galápagos! fueron las consignas. «Es nuestro capital natural el que está siendo destrozado», reclamó Nicolás Vera Schies del Colectivo Frente Insular Reserva Marina Somos Todos.
Solo desde enero de este año, Ecuador está mejor equipado para vigilar sus zonas económicas exclusivas. El capitán de navío, Patricio Mora López, comandante de Operaciones Insular con sede en Puerto Baquerizo Moreno, explicó que la Armada cuenta con un sistema de rastreo marítimo satelital.
Hasta el año pasado esta vigilancia era muy deficiente. Aún así, en 2017 se capturó el carguero Fun Yuan Yu Leng 999, que según el registro de la OMI pertenece a la firma china Fuzhou Honglong Ocean Fishing. La nave había incursionado en la reserva y tenía en su bodega 300 toneladas, en su mayoría tiburones (6.223 especímenes). Las investigaciones confirmaron que el carguero tuvo interrupciones en su transmisión satelital. Al término del proceso judicial, Ecuador confiscó el barco valorado en $6 millones.
Si algún barco no lleva pesca ilegal y solo tiene un problema con sus documentos, por ejemplo, se aplica el Código de Policía Marítima, que data de 1960 y cuya máxima multa es de 5 mil sucres o 20 centavos de dólar, explicó el capitán Mora. En 2018 se presentó un proyecto de Ley de Navegación, pero aún no ha sido aprobado por la Asamblea Nacional.
Ecuador deberá presentar cualquier reclamo ante las organizaciones internacionales: la OMI, CIAT y la OROP del Pacífico Sur. El tinte político ya está presente. No es un secreto que el país atraviesa una crisis económica y que China es uno de sus acreedores con más de $5.400 millones. Las sanciones sanitarias impuestas al camarón ecuatoriano han contraído las exportaciones en decenas de millones de dólares. A fines de septiembre, las autoridades propusieron habilitar parte de la flota pesquera ecuatoriana para capturar calamar gigante y vendérselo a China.
En diplomacia imperan los silencios, sin embargo, Estados Unidos quiere jugar un rol en esta obra que enfrenta al minúsculo Ecuador con el gigante asiático. El secretario de Estado, Mike Pompeo, ha pedido a través de su cuenta Twitter que China controle la «pesca ilegal» de su flota. En el último tuit, posteado el 27 de agosto, Pompeo exigió a China «ser transparente y cumplir su propia política de cero tolerancia a la pesca ilegal».
Así como el Fun Yuan Yu Leng 999 se convirtió en un símbolo de las amenazas a la RMG, el decomiso de 26 toneladas de aletas de tiburón en Hong Kong, procedentes de Ecuador, el año pasado, es una prueba más del acecho que ronda al oasis. El biólogo Jonathan Green calculó que esos 26 mil kilos de aletas representarían 17 mil tiburones. «Vamos hacia un colapso genético de ciertas especies y eso ya no es recuperable», advirtió.
¿Cómo proteger a las islas de la presión pesquera? Se barajan varios ases. Se considera una ampliación de la Reserva Marina y el presidente Lenín Moreno lo anunció el año pasado en Madrid. Eso significaría una disminución de las 148 millas de Zona Económica Exclusiva por lo que deberá incluir una difícil negociación con la industria pesquera artesanal e industrial que allí opera. La Armada debe completar un estudio geológico para que se reconozca la plataforma entre las Islas y el perfil costero como una sola extensión, y así garantizar la soberanía sobre el subsuelo. Finalmente, se avanza en los estudios científicos para declarar otro oasis oceánico: una migravía entre Galápagos e Isla de Cocos (Costa Rica) para proteger a tiburones, mantarrayas, atunes y otras especies. Es poco probable que todo se logre hasta junio del próximo año, cuando la cuadrilla de troncos de acero acorrale nuevamente a Galápagos. (I)