Columna de Opinión de El Comercio
Escrito por: Fidel Jaramillo B.
Viernes 12 de marzo, 2021
En medio de tanta propuesta electoral indecente, hay una -que no viene de políticos- que vale la pena. Es un proyecto de canje de deuda por la conservación marítima de Galápagos, bajo un esquema similar al liderado por Roque Sevilla en Ecuador en los años 90 y que recientemente ha sido utilizado para la transformación energética de Ucrania o la protección de las Islas Seychelles.
La operación funcionaría así: organizaciones ambientalistas conseguirían USD 600 millones y recomprarían USD 1000 millones en bonos de deuda ecuatoriana. Canjearían esa deuda por nuevos bonos por USD 880 millones que se emitirían en condiciones concesionales. Son “bonos azules”, pues su propósito es apoyar la conservación de los océanos. Contarían con la garantía de la Corporación de Financiamiento de Desarrollo.
Los promotores cancelarían sus obligaciones con estos bonos y utilizarían el remanente de USD 280 millones para constituir un fideicomiso con participación público-privada y cuyos rendimientos serían destinados a financiar proyectos de protección en el área marítima de Galápagos. Se estima que el gobierno reduciría su deuda en USD 120 millones y ahorraría USD 100 millones en intereses. El fideicomiso rendiría aproximadamente USD 20 millones cada año, de los cuales USD 13 millones servirían para programas de conservación del área marina y apoyo a la pesca artesanal, y los restantes USD 7 millones serían destinados a un fondo de capitalización para sostener estas intervenciones en el futuro. Como contraparte, el país se comprometería a ampliar la reserva marina de Galápagos de los 133 mil Km2 actuales a alrededor de 500 mil Km2, dependiendo del escenario. Más allá de los beneficios financieros, el verdadero impacto tiene que ver con esta ampliación y el blindaje de recursos para financiar su protección.
De acuerdo con científicos liderados por Alex Hearn de la USFQ, una estrategia de conservación marina y manejo pesquero sostenible, brindaría beneficios en el mediano plazo para todos: protegería una biodiversidad única, apoyaría la pesca artesanal, el turismo sostenible e incluso la pesca de mayor escala, que saldría favorecida por aumentos significativos en su productividad.
Las estimaciones son preliminares y sujetas a mercado. La transacción deberá ser transparente, con rendición de cuentas y apoyo ciudadano. Sin embargo, cuando Galápagos se encuentra en peligro por la crisis económica, el cambio climático, la pesca ilegal y otras amenazas transnacionales, es crucial una propuesta como esta. La inversión inteligente en conservación es la única garantía de sostenibilidad. Como dice el famoso cocinero, Gastón Acurio, “cuidar las especies marinas debe ser nuestro compromiso para que la región del ceviche no se quede sin pescado”.
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